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¡La sangre de los caídos jamás será negociada! El asesinato de 120 obreros del ingenio AZTRA

El día Martes, 18 de Octubre de 1977 a las seis de la mañana, cuatro mil trabajadores del ingenio Aztra se tomaron las instalaciones de la empresa en uso del derecho de huelga. La huelga transcurría normalmente y como estaba previsto desde las cinco de la tarde empezaron a llegar los familiares de los trabajadores, mujeres y niños, con la alimentación. Para sorpresa de todos, sin que hubiera una advertencia previa de ninguna autoridad del Estado o de la Empresa, a las seis de la tarde llegaron cuatro autobuses de la policía que traían la orden de desalojar a cualquier precio.


A pesar que los trabajadores protestaron contra la orden judicial puesto que la huelga era justa y legal, el oficial Lenin Cruz lanzo el ultimátum, dio dos minutos para que se desaloje el lugar y enseguida el escuadrón de policías avanzo y cerco a los trabajadores, impidió su salida lanzando bombas de gas contra la puerta, inmediatamente el Coronel Reyes Quintanilla y el oficial Lenin Cruz gritan la orden funesta: “Mis soldados, mis policías, bala y bala, carajo, carajo, mátenle al que asome que yo sabré ponerme al frente”, y es así como en contados segundos se produce un infierno de gases, se dispara las primeras ráfagas y caen las primeras víctimas.


Las ráfagas no cesaron de escucharse sino varias horas más tarde, los trabajadores y sus familiares (que juntos sobrepasaban los cinco mil) huyen de la brutal represión, mientras el batallón de policía se lanza en su persecución y rastrilla los cañaverales. A las 9 de la noche de forma inusual se prendieron los calderos, después se pusieron las maquinas en movimiento y comenzó a salir humo negro, cosa rara, porque generalmente el humo era blanco, testigos dijeron que fue a consecuencia de tanto muerto que incineraron, incluso afirmaron que se quemó a gente moribunda, cuyos gritos de auxilio se escucharon.


El Miércoles, 19 de Octubre a las 6 de la mañana los bomberos iniciaron el rescate de los cadáveres en los canales de agua, que a pesar de su pedido a la gerencia de la empresa, nunca se secaron para facilitar encontrar los cuerpos de las víctimas, por el contrario se aumentó el caudal de agua de los canales. Por último la policía se negó a entregar los cadáveres, todo en el intento vano de ocultar la verdad. Oficialmente se determinó el asesinato de 120 personas, jamás se ha aclarado el número ni identidad de los desaparecidos, pues en los ingenios laboran tradicionalmente en la zafra trabajadores migrantes de la zona rural del todo el país y países vecinos generalmente indocumentados.


A partir del 19 de Octubre la Troncal vivió en Estado de Sitio, porque los trabajadores, los campesinos y el pueblo que apenas podían contener la ira, se revelaron y organizaron una valerosa resistencia que culmino ocho días después. La clase obrera no debe olvidar jamás esta lista de nombres malditos: General Guillermo Durán Arcentales uno de los dictadores del triunvirato, General Bolívar Jarrín C. ministro de gobierno, Jorge Salvador Ch. ministro del trabajo, Coronel retirado Jesús R. Quitanilla gerente de Aztra, Lenin Cruz teniente que dirigió la masacre.


Este nuevo holocausto de la clase obrera estremeció y lleno de indignación a los trabajadores, a los campesinos y los estudiantes de los colegios y universidades públicas. La FESE (dirigida en ese entonces por el Frente Revolucionario de Estudiantes, FRE), la FEUE, la AEP (Asociación de estudiantes Escuela Politécnica dirigida por MIP) se movilizaron de inmediato en todo el país, los trabajadores de los ingenios San Carlos y Valdéz declararon la huelga indefinida, la CEOSL realizo un paro de dos horas, se hizo una asamblea popular de solidaridad en la casa del chofer y un mitin relámpago del Frente Obrero Revolucionario, FOR, en la zona fabril del Sur de Quito, se realizaron manifestaciones de solidaridad en Italia, Francia, Suecia. Sin embargo, las centrales sindicales se limitaron a sacar comunicados de prensa condenando la masacre, para no poner en peligro el proceso de retorno a la democracia concertado por la partidocracia burguesa y la dictadura militar de los triunviros, a pesar de la protesta y movilización generalizada de obreros, campesinos, estudiantes y sectores populares que exigía lanzarse a la huelga indefinida, llamando al paro nacional clasista.


La dictadura militar, el arzobispo de Guayaquil, los oligarcas, los directivos de las cámaras de empresarios y los plumíferos de la prensa burguesa aseguraron que la masacre fue resultado de un plan subversivo puesto en marcha por la conspiración comunista en contra del orden y la democracia, que los dirigentes sindicales corruptos y la ambición desmedida de los trabajadores azucareros que gozan de grandes ventajas provocaron la masacre, porque ellos, con actos ilegales atentan contra los más elementales principios de la democracia y de la propiedad.


Gloria eterna a los mártires de Aztra

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